CRITICA
He de confesar, que cuando me entere de que se iba a hacer una serie, sobre esta figura, me dio bastante miedo de como podían tratarla, pues vemiamos de, desastres como "Toledo" que fue un auténtico desastre, a todos los nivelas, pero fue ver el primer capitulo y quitarme todos los miedos. Estamos ante una de las series más injustamente tratadas del panorama televisivo español, de la que soy una frecuente detractora por la poca calidad que destila de los productos que ofrece la tierra patria. Y es que "Isabel" es la prueba de que no se pueden hacer series históricas en este país por dos motivos muy concretos: Si es mala, porque la cagan en todos los aspectos; y si es buena, porque no durará mucho. Desgraciadamente, "Isabel" pertenece a esta segunda acepción. Una de las mejores series españolas, además histórica, para aprender algo de paso. Sobre lo primero, tampoco es que el nivel sea demasiado alto pero se nota que se han tomado en serio la producción. El trabajo a lo largo de estas tres temporadas ha sido destacable en el nivel técnico, sobre todo el vestuario, e interpretativo. Donde se le han visto más las carencias es en las escenas de exteriores, especialmente las batallas. Pero es en lo segundo donde está el gran acierto. Siempre he defendido que la historia, lejos de ser aburrida, resulta apasionante, como ya nos demostraron con "Los Tudor" (2007) y en esta ocasión han sabido sacar punta a un período muy novelero de nuestra historia. Es decir, la vida de Isabel la Católica (Michelle Jenner), si bien Fernando (Rodolfo Sancho) tiene tanto peso como ella, desde su juventud, su acceso al trono, su reinado y hasta su muerte, época repleta de lances, intrigas, guerras, persecuciones, conquistas y descubrimientos. ¿Qué más se puede pedir? Yo de todos modos me quedo con la primera temporada, la más intensa por la simpatía, o más bien adhesión, que me despiertan los verdaderos héroes de este relato, Enrique IV (Pablo Derqui) y la princesa Juana (Carmen Sánchez), la verdadera reina a la que Isabel arrebató el trono, aunque se agradece la presencia de la sensual Ursula Corberó como Margarita de Borgoña, en los últimos capítulos.
De esta ficción se pueden sacar dos conclusiones, una general y otra particular. La primera es que gobernar en aquella época era extraordinariamente complicado, por las ambiciones, los problemas sociales, las propuestas políticas o incluso las mentalidades que llevaban a conflictos internos. Muchos dirán que la democracia hubiera sido la solución entonces pero si hubieran llevado a cualquier político "elegido por las urnas" a la España, a la Europa, del siglo XV, XVI o más tarde, se lo hubieran comido con patatas en cuestión de días. Es decir, hubiera causado anarquía, vacío de poder, disgregación y luchas feroces entre clanes. No, la solución fue históricamente la monarquía absoluta, que fue la que resolvió la mayor parte de los problemas de la comunidad. La otra conclusión es que, si la serie pretendía encumbrar la figura de los Reyes Católicos, tarea de indudable raíz liberal, ha fracasado. O no. Me explico. Isabel era una pájara cínica, hipócrita y ambiciosa y él, un dirigente sin ningún tipo de escrúpulos, que como tal fue el modelo de Príncipe ideal para Maquiavelo. Esto ha quedado reflejado muy bien en la serie pero otra cosa es que a los espectadores no les importe, por el "bien" que hicieron. Cierto, no todo fueron maldades pero desde la usurpación del trono a la princesa Juana hay que contar el establecimiento de la Inquisición, la expulsión de los judíos o la conversión de los musulmanes forzosa.
La serie tiene un valor didáctico incuestionable, tanto por ella misma como por crear interés por los hechos que narra (más de una vez me he visto pausando un capítulo para leer con más detalle en Wikipedia sobre algún tratado o algún personaje). Se agradece además que en la web de RTVE incluyan pequeños vídeos en los que varios historiadores aclaran algunas de las licencias históricas que se toma la serie y desarrollen un poco más a fondo detalles sobre algunas de las figuras históricas.En resumen, más allá de el exceso de azúcar y romance, de las sobreactuaciones, de las limitaciones de la producción, de la machacona banda sonora y del tufillo nacionalista de tanto en tanto, tengo que decir que he disfrutado bastante con la serie y que, sin lugar a dudas, he acabado sabiendo bastante más del reinado de los Reyes Católicos tras verla que antes, sea directa o indirectamente, hasta el punto en que me dispongo con ganas a empezar con su teórica heredera, Carlos Emperador.
Lo mejor: Michelle Jenner.
Lo peor: Sus capítulos son algo largos.