viernes, 14 de junio de 2024

Reseña "HHhH"

 

Titulo: HHhH
Titulo original: HHhH
Autor: Laurent Binet
Editorial: Seix Barral
Páginas: 400 páginas
Edición: Tapa blanda
Género:  Novela historica/ensayo
Sinopsis: HHhH. Tras este misterioso título se esconde la frase en alemán Himmlers Hirn heisst Heydrich, «el cerebro de Himmler se llama Heydrich». Esto es lo que se decía en las SS de Reinhard Heydrich, jefe de la Gestapo, considerado el hombre más peligroso del Tercer Reich y una de las figuras más enigmáticas del nazismo. En 1942, dos miembros de la Resistencia aterrizan en paracaídas en Praga con la misión de asesinarlo. Después del atentado, se refugian en una iglesia, donde, delatados por un traidor y acorralados por setecientos hombres de las SS, se suicidan. Laurent Binet narra uno de los episodios más conmovedores de la Segunda Guerra Mundial y, posiblemente, de la Historia de la humanidad. Pero tras la narración de esta hazaña empieza otra lucha: la que enfrenta la ficción con la realidad. HHhH es el relato de la desesperada búsqueda de una forma precisa de contar la Historia. Para ello Binet lleva al lector hasta la tormenta de la Segunda Guerra Mundial, a Berlín, Londres y París, a la Praga actual, y en un giro literario de una fuerza inaudita, traslada el régimen nazi hasta el 2010.

HHhH nos lleva a la Europa de la primera mitad del siglo XX y a los hitos más importantes y siniestros que jalonaron tan terribles décadas y que, como sabe el lector, desembocaron en la Segunda Guerra Mundial. Así somos testigos de cómo se desarrolla la Primera Guerra Mundial en Alemania y cómo la opinión pública germana creía que la iba a ganar hasta el momento mismo de su colapso y rendición. Esto creó un poso de resentimiento pues el Imperio alemán pierde la guerra cuando ha logrado cerrar a su favor el frente del Este contra el Imperio ruso (que se desangra en una guerra civil pavorosa que desembocará en el alzamiento de la URSS) y su ejercito se encuentra ocupando territorio enemigo en el Oeste. La sociedad alemana, siempre tan dada a creerse superior a sus vecinos, no supo encajar ese golpe y se aplicó a la tarea de buscar culpables interiores, traidores que lograron llevar al desastre a Alemania cuando ya sólo faltaba tiempo para doblegar a los aliados. Todo esto se vio agravado por las durísimas condiciones que les impusieron los aliados, en especial la vecina Francia, a Alemania en el Tratado de Versalles, con el que se llega al armisticio en la Gran Guerra. Todo este efecto devastador se vio potenciado a su vez, las desgracias no suelen venir solas, por los efectos del crack de Wall Street de 1929 que resonó por toda Europa y atronó en Alemania. Esto fue así porque millones de inversores americanos habían invertido su dinero en la reconstrucción de Alemania tras 1918; cuando vieron con pavor cómo sus ahorros desaparecían repentinamente por el estallido de la burbuja del Martes Negro requirieron que Alemania pagase en ese momento todos los créditos destinados a su resurgimiento. Lo que contribuyó a que el clima social en todo el periodo fuera extremadamente volátil pues la pobreza, el paro y la miseria campaban a sus anchas en toda Europa, haciendo que el viejo continente fuera pasto de los grandes movimientos totalitarios del siglo XX: el fascismo y el comunismo. Y es en este maremágnum cuando la sociedad alemana encuentra a un mesías que está dispuesto a ofrecerle todo lo que aquella está esperando oír: Alemania se levantará de sus cenizas y se erigirá en el gran Imperio que merece ser, salvando a la raza superior aria y a toda la Humanidad de las dos grandes catástrofes urdidas por los judíos: la plutocracia de las podridas democracias occidentales y el comunismo. Ese mesías fue Adolf Hitler que, con su partido Nacionalsocialista Obrero Alemán, vertebró los anhelos de una parte muy sustancial de la sociedad alemana. El partido nazi, o NSDAP, gobernó los designios de Alemania, otra vez convertida en Imperio, desde 1933 hasta el fin de la II Guerra Mundial en 1945.





En HHhH se refleja muy bien cuál era la atmósfera que había en las cancillerías de las principales potencias europeas, con Inglaterra y Francia a la cabeza, cuando vieron que las aspiraciones alemanas chocaban con las clausulas del Tratado de Versalles y con las fronteras de los estados vecinos. Vemos cómo Inglaterra y Francia van cediendo a todas las exigencias de Hitler. No hay que olvidar que la I Guerra Mundial había tenido un coste en vidas y económico tan desmedido que había estado a punto de colapsar a ambas potencias, situación que Estados Unidos, con su increíble potencial económico e industrial, vino a cambiar en 1917 cuando entró en guerra contra el Imperio alemán. Inglaterra hacía la vista gorda a las exigencias de Hitler pues una Alemania suficientemente fuerte servía de freno al poderío francés. Francia era mucho menos receptiva a soslayar las duras condiciones del Tratado de Versalles pero temía una nueva guerra con Alemania y creía que cediendo un poco lograría evitar otro conflicto terrible como el anterior de 1914. La exigencia de Hitler que supuso la gota que colmó el vaso de la paciencia de los Aliados fue la invasión de Polonia en 1939. La II Guerra Mundial acababa de empezar.

Pero antes, en 1938, Alemania se anexiona los Sudetes mediante el pacto entre potencias europeas conocido como Los acuerdos de Múnich. Un año más tarde Inglaterra y Francia vuelven a mirar hacia otro lado cuando Hitler vuelve a demandar otra anexión, esta vez la totalidad de Checoslovaquia. Laurent Binet narra la patética escena de cómo el anciano presidente checoslovaco, Emil Hácha, es obligado a firmar la propuesta de anexión pacífica bajo la amenaza, realizada por el propio Hitler, de que el ejercito alemán arrasará por completo el país sino aceptan la anexión con el Reich. La presión es tan fuerte para el anciano Hácha que llega a perder el conocimiento varias veces, siendo necesario que se le administren fármacos que lo reanimen. Checoslovaquia era por aquellos años un país pequeño, que se había independizado del Imperio austrohúngaro después de la I Guerra Mundial, pero muy industrializado y que contaba con las fábricas del célebre fabricante Skoda. Así Checoslovaquia es incorporada al Tercer Reich con el pomposo nombre de Protectorado de Bohemia y Checoslovaquia. En 1941 Reinhard Heydrich es nombrado Protector de dichos territorios, aunque sus “súbditos” lo conocieron con el calificativo de el carnicero de Praga, mucho más familiar.

No pocos militares checoslovacos inician en 1939 un peregrinaje por media Europa escapando de la bota nazi. Discurrir que les llevará a Polonia primero para, una vez caída esta, pasar a Francia y luchar allí contra los alemanes. En Francia muchos se alistaron en la Legión Extranjera. Con la derrota de Francia muchos se dirigieron a Reino Unido para conformar un ejercito checoslovaco en el exilio. Es el caso de Jozef Gabčík y Jan Kubiš, los valientes soldados que aceptarán volver a su patria para llevar a cabo la conocida como: Operación Antropoide, consistente en matar al Protector, Heydrich. Esta operación fue orquestada por el gobierno checoslovaco en el exilio como golpe de efecto y venganza por las atrocidades nazis contra su pueblo. Era una misión suicida ya que Heydrich era uno de las personalidades más temidas del Tercer Reich y, además, en el improbable caso de que lograran matarlo, las represalias nazis podrían llegar a ser monstruosas. Una vez que Jozef Gabčík y Jan Kubiš acabaron su entrenamiento en Reino Unido fueron lanzados como paracaidistas en el territorio checoslovaco y puestos en contacto con la Resistencia local, escasa en número pero férrea en su determinación de combatir al nacismo.

La estrella de HHhH es, sin duda, Reinhard Heydrich, inquietante asesino y uno de los nazis más inteligentes que puso todo su genio al servicio del Mal. En la novela acompañamos a Heydrich desde su nacimiento hasta su muerte. Vemos cómo, a diferencia del cojo Goebbels o del fofo Himmler, encarna el aspecto que un ario debería tener: rubio, alto, atlético y dotado de gran inteligencia. También encarna alguno de los complejos que arrastraron eminentes personalidades del NSDAP y de la sociedad alemana del momento, pues parece ser que tenía sangre judía, lo que le llevó a ser atormentado por sus compañeros en sus años de estudio. Tuvo una trayectoria irregular pues su carrera en la armada se vio truncada por un lío de faldas, lo que le dejó sin oficio frisando la treintena. En 1931, espoleado por su esposa que era una ardiente nacionalsocialista, ingresa en el NSDAP en el que experimentará una fulgurante carrera, llegando a ganarse la admiración del propio Hitler por su gélida eficiencia. También se ganó el respeto de su jefe inmediato, Himmler, pese a que Heydrich era mucho mas capaz que él y que Himmler sintiera pronto celos de su eficaz subordinado. De hecho, de la relación entre Heydrich y Himmler viene el célebre acrónimo que da título al libro HHhH: “Himmlers Hirn heißt Heydrich” que en alemán significa: el cerebro de Himmler se llama Heydrich, frase que los SS susurraban cuando veían a sus jefes pasar. Heydrich llegó a ser conocido a través de varios motes: la bestia rubia, el carnicero de Praga o, quizás el más revelador, el hombre más peligroso del Reich. Su figura siempre atrajo a los aficionados al periodo por su extrema crueldad y aplicación en sus crímenes. De su sangriento currículo podemos destacar el hecho de que fue el ideólogo de la Solución Final: el plan nazi para exterminar a todos los judíos de Europa en el marco de la Conferencia de Wannsee. Por la extraordinaria relevancia de Heydrich fue elegido como objetivo de la Operación Antropoide que narra el libro de Laurent Binet.

Es curioso cómo está narrado HHhH ya que, por medio de capítulos cortos englobados en dos partes, Binet nos cuenta no sólo cuáles fueron los antecedentes e hitos de la Operación Antropoide, sino que narra cuál fue el extensísimo proceso de creación del libro. Los hechos narrados por Laurent Binet en HHhH conforman una obsesión particular del autor que entró en contacto con la historia de Jozef Gabčík, Jan Kubiš y Heydrich cuando era bastante joven. Acompañamos a Binet no sólo durante los hechos de Antropoide sino también, y ahí está el rasgo más característico del libro, durante un número indeterminado de años en los que el escritor se va documentando y va adquiriendo cada vez más información sobre los hechos narrados. Así somos testigos de las dudas de Binet a la hora de narrar detalles nimios como el del autentico color del coche en el que iba Heydrich en el momento del atentado. Laurent Binet nos transporta de manera magistral a la locura criminal que supuso el Tercer Reich con anécdotas que, rozando lo cómico, explican la brutalidad sanguinaria nazi. Un ejemplo de esto se plasma cuando Binet nos cuenta que, a la hora de fusilar en masa, los alemanes caían presa de la pulsión por la eficiencia germana pues había un soldado encargado de “acomodar” a la víctima en su fosa común. Imagínese el lector una gran fosa común abierta en un bosque en las afueras de una ciudad por excavadoras mecánicas llena de varios estratos de cadáveres perfectamente apilados. Un soldado acompaña a la próxima víctima hasta un hueco de su tamaño en la ingente masa de cadáveres. Le obliga a que se tienda entre cuerpos agonizantes y, una vez que ha encajado su carne mortal en el siniestro Tetris que conforma la fosa común, le dispara en la cabeza y se va a buscar al próximo desgraciado mientras se pregunta dónde podrá encajarlo y procura no caerse del camino formado por cadáveres. Una muestra mas de la proverbial eficacia alemana.


Me ha gustado mucho HHhH no sólo por la historia que narra sino, creo que ahí radica su principal aportación, por cómo la narra. Laurent Binet, haciendo partícipe al lector de todo el proceso de creación del libro, consigue narrar dos historias en teoría muy diferentes entre sí: la de cómo fue el proceso de creación del volumen y la del transcurso de la Operación Antropoide. HHhH nos traslada a los años invictos del régimen nazi en que parecía que el Eje ganaría la guerra, pues sólo Inglaterra resistía contra las cuerdas, centrándose en la siniestra figura de Reinhard Heydrich y en la de los valientes Jozef Gabčík, Jan Kubiš y todos los miembros de la Resistencia checoslovaca que hicieron posible que la Operación Antropoide tuviese éxito. Por sus páginas desfilan traidores capaces de lo peor y héroes que se enrolaron en una misión suicida para restañar el honor de su patria asesinada por los nazis y que, contra todo pronóstico, tuvieron suerte y pudieron cumplir su misión. Cómo lo hicieron y las consecuencias que tuvo es algo que le corresponde descubrir al lector. Éste apreciará que Laurent Binet se ha documentado durante largos años exhaustivamente hasta en los detalles menos relevantes para la creación de HHhH. Un libro interesante y muy bien escrito que recomiendo vivamente a los que quieran asomarse a lo mejor y a lo peor de lo que es capaz el corazón humano.





NOTA: 4/5