jueves, 26 de septiembre de 2024

Monstruos: La historia de Lyle y Erik Mendez

 



Título original: Monsters: The Lyle and Erik Menendez Story
Titulo: Monstruos: La historia de Lyle y Erik Menendez
Año: 2024
Duración: 55 minutos
País: Estados Unidos
Dirección: Ryan Murphy (Creador), Ian Brennan (Creador), Carl Franklin, Paris Barclay, Michael Uppendahl, Max Winkler
Guion: Ryan Murphy, Ian Brennan, David McMillan
Reparto: Nicholas Alexander Chavez, Cooper Koch, Javier Bardem, Chloe Sevingy, Dallas Roberts
Fotografía: Jason McCormick
Género: Serie de TV. Thriller. Drama | Asesinos en serie. Basado en hechos reales. Biográfico. Crimen. Miniserie de TV
Sinopsis: En agosto de 1989, los hermanos Lyle y Erik Menéndez, asesinaron a tiros a sus padres, José y Mary Louise 'Kitty' Menéndez. Mientras que la acusación alegó que buscaban heredar la fortuna familiar, los hermanos afirmaron -y siguen afirmándolo hoy en día, mientras cumplen cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional- que sus actos se debieron al miedo que sentían tras toda una vida de abusos físicos, emocionales y sexuales a manos de sus padres.


CRITICA


No parece muy probable que La historia de Lyle y Erik Menéndez vaya a lograr la misma repercusión que consiguió hace dos años Dahmer, primera entrega de la antología Monstruos, de nuevo creada por Ryan Murphy (el rey de las series-antología). Veremos qué ocurre con la tercera entrega, ya en preparación, que nos traerá a Charlie Hunnam en la piel del infame Ed Gein, que inspiró a asesinos de ficción como Norman Bates o Leatherface. Pero sí está claro, o debería estarlo para cualquiera que la vea sin prejuicios, que esta historia del crimen cometido por los mencionados hermanos Menéndez es una gran miniserie.

Y lo es porque los seis primeros capítulos son un ejemplo de narración prácticamente perfecta, que combina emoción y virtuosismo formal en unos diálogos y unas escenas cuidadas hasta el extremo. En eso, Murphy es un experto, y además sabe lo que el público quiere ver. Es cierto que, siendo justos, se pasa un poco de rosca (las insinuaciones que se hacen sobre la sexualidad de Erik o incluso un posible incesto entre los hermanos), pero su relato del crimen es ambiguo, como lo es el propio caso, y nos presenta las dos versiones del motivo del crimen: la venganza y el terror de dos chavales asustados y traumatizados por años de abuso terrible a manos de sus padres, y los pijos consentidos que desean cobrar la herencia para vivir del cuento. La narración muestra todos los ángulos, y de hecho ni siquiera Lyle cae demasiado bien. Es impulsivo, malhablado, impaciente, y se mueve en un total contraste con Erik, tímido, transpirando dolor y siempre a la sombra de su hermano mayor.






Pero sobre todo es una serie elevada a un nivel superlativo por los cuatro intérpretes que dan vida a José, Kitty, Lyle y Erik Menéndez. Javier Bardem y Chlöe Sevigny están soberbios los dos, aterradores y francamente repugnantes, que es de lo que trataba, sobre todo el español, que realiza uno de sus mejores trabajos, para quien esto firma. Pero son Nicholas Alexander Chavez y Cooper Koch las auténticas revelaciones de la serie. El primero, pese a que el retrato que se hace de Lyle es, cuanto menos, controvertido, está excelente, especialmente en el episodio cuatro, cuando cuenta la pesadilla vivida a manos de su padre. Koch tiene su momento estelar sobre todo en el capítulo quinto, que debería bastar para darle todos los premios del mundo. Su mirada derrotada, sus gestos contenidos, su debilidad emocional de persona destruida por el abuso, es sencillamente excepcional de contemplar.


El problema es que los últimos tres capítulos suponen un bajón notable en el interés y en la calidad de la narración. Primero porque deberían haberse resumido en dos, o incluso en uno más largo, quizás de 90 minutos. Y segundo porque, en comparación con, por ejemplo, las ejemplares escenas de juicio que hemos visto este año en El caso Asunta, las de Monstruos palidecen. Aun así, Murphy se las arregla para criticar lo mediático del proceso de los hermanos Menéndez, como tantos otros juicios mediatizados, y la influencia de asuntos totalmente extrajudiciales en el resultado de un proceso. Por eso están allí los personajes de Nathan Lane (algo descolgado al final del conjunto, pero su labor es esa: representar la voz de la calle) y de Ari Graynor, una abogada "estrella" que cae mal y eso también acaba pasando factura a sus clientes, como le reconoce una de las miembros del jurado del primer juicio.
Una lástima, porque esta segunda entrega de la antología Monstruos apuntaba a sobresaliente, pero no lo consigue porque va de más a menos. Aun así, puede contarse como otro gran acierto en la algo irregular carrera de Ryan Murphy, siempre polémico, pero un hombre que comprende lo que el espectador espera. Y no hay muchos que consigan eso.


Lo mejor: Los primeros seis episodios, impecables, y la extraordinaria actuación de Bardem, Sevigny, Chavez y muy especialmente Koch.
Lo peor: La conclusión no está a la altura del resto.


NOTA: 3/5