Título original: Bones and All
Titulo: Hasta los huesos
Año: 2022
Duración: 130 min
País: Italia
Dirección: Luca Guadagnino
Guion: Dave Kajganich. Novela: Camille DeAngelis
Música: Trent Reznor, Atticus Ross
Fotografía: Arseni Khachaturan
Reparto: Taylor Russell, Timothée Chalamet, Mark Rylance, André Holland, Michael Stuhlbarg, Chloë Sevigny, Jessica Harper, David Gordon Green, Francesca Scorsese, Jake Horowitz, Anna Cobb, Steven Terry Walker, Johanna McGinley, Christine Dye, Claudio Encarnacion Montero
Género: Romance. Drama. Terror | Road Movie. Años 80
Sinopsis: Cuenta la historia del primer amor entre Maren, una joven que está aprendiendo a sobrevivir al margen de la sociedad, y Lee, un vagabundo con ideas muy intensas que vive marginado. Cuando se conocen, se unen en un viaje de mil millas que les lleva por carreteras, pasajes ocultos y caminos alternos en los Estados Unidos de Ronald Reagan. Pero a pesar de sus esfuerzos, todos los caminos conducen a sus aterradores pasados y a una última parada que determinará si su amor puede sobrevivir a su forma de ser.
CRITICA
Luca Guadagnino es de esos contados directores europeos capaces de compaginar un estilo personal con el éxito comercial, de forma que está presente tanto en las multi-salas como en los principales festivales de cine. En su filmografía puede presumir de todo un hit convertido en icono generacional como ha sido "Call me by your name", un título que simboliza muy bien mi experiencia con sus obras, dado que en ella se reconoce un gusto considerable para componer imágenes vistosas y elegancia formal pero también cierta afectación o gestualización algo histriónica para que sus historias tengan fuerza y resulten emocionantes. "Quemados por el sol" sin aspavientos me gustó, pero antes "Io sono l'amore" ya fijó en mí esa idea de director con talento visual pero abandonado a afectaciones e imposturas dramáticas. Curiosamente, seguí viendo sus lanzamientos, hasta que di con la miniserie "We Are Who We Are" y quedé gratamente sorprendido, encontrándome un retrato sincero y certero de ciertos rasgos de la generación posterior a la mía, que resultaba mucho más convincente y me permitió a conectar con un Guadagnino que ha sabido domar sus defectos para no empañar sus notables virtudes.
Con eso en vista, fui al cine a ver un estreno suyo. Y certifico que, efectivamente, el director italiano ha encontrado la nota, desde luego no me resulta intachable en cada uno de sus minutos de duración, sin embargo es un largometraje atrevido, con no pocos gestos valientes, y en el que la capacidad para caracterizar a estos adolescentes perdidos se combina muy bien en su talento para retratar los paisajes y entornos, en este caso una Norteamérica rural y de parajes solitarios.
En "Bones and all" hallamos lo que podría salir si el Gus Van Sant de "My own private Idaho" dirigiera el guion "Near Dark" de Kathryn Bigelow, pues si en aquella película de 1987 de Bigelow iba sobre vampiros que merodean la noche americana y esa palabra no se mencionaba en todo el metraje, en "Bones and all" tampoco se menciona el canibalismo. Como mucho "devorador". Es un tema implícito, que a veces se muestra de una manera muy gráfica y otras más mística, de forma que, a la postre, adquiere ciertas connotaciones metafóricas: bien podría tratarse de una alegoría de la drogadicción o también de cierto sistema económico en el que los desfavorecidos deben machacarse unos a otros por tal de hacerse con las pocas migas que deja el sistema. De cualquier modo, conecta, de una forma más posmoderna y profana, sin recalcar tanto los aspectos trascendentales y espirituales, con las ficciones del linaje de "En la carretera" de Jack Kerouac: almas perdidas que recorren los amplios paisajes del interior de Estados Unidos, encuentros entre gentes sin rumbo, que confrontan el territorio para tallar su propio ser, pues es gente que, debido a ciertas características interiores, no pueden mezclarse con la gente corriente.
No hay duda que el principal anzuelo para pescar entre las audiencias más amplias es esa historia de amor entre Maren y Lee, el amor joven que siempre ha vendido bien. Guadagnino me parece que la moldea y matiza sabiamente, progresa de una forma creíble, de manera que resulta un hilo conductor potable para recorrer esta historia, en la que, para mi gusto, encuentra su valor en ese retrato de personas que viven en caravanas y casas sin mucho relumbre, y se topan con personajes inquietantes, caníbales con una filosofía vital bien particular y que ofrecen las escenas más tensas, añadiendo tonos de oscuridad, de un mundo feroz, y que suma la propuesta esbozada en el tráiler: la historia de una adolescente que llega a las puertas de la edad adulta con unas inquietudes poco corrientes y que debe buscar su lugar en el mundo.
Porque está claro que en esas ideas y venidas entre Lee y Maren hay un relato acerca de la soledad, de lo complicado que es establecer vínculos sinceros, también interroga acerca de lo difícil que puede resultar tener una actitud altruista y abierta en un mundo dominado por la desconfianza y la violencia, en el que el aislamiento y la desigualdad allanan el camino a la tragedia.
Todo eso viene aderezado con lo que para mí es una demostración de talento visual por parte de un director muy dotado, que sabe cuánto alargar un plano para dotar de atmósfera a una escena y permitir que los actores detallen con gestos más sutiles a sus personajes, de forma que, rebajado el tono teatral, resultan más verosímiles. O también esa gran panorámica para capturar diferentes puntos de Estados Unidos, ya sean las grandes llanuras de Arkansas o las forestas de Kentuchy, cada paisaje adquiere un tratamiento diferente y que, visto en conjunto, crea ese gran mural paisajístico codificado dentro de una historia de amor y muerte.
Dónde creo que al director no le sale tan redonda la jugada es en el desenlace. Puede tener cierta coherencia a nivel dramático, incluso una solución narrativa para dotar al final de esa oscuridad que ha ido profesando durante el relato, sin embargo a mi entender no tiene el vuelo que se propone, sin duda esa búsqueda del dolor y la tragedia, en previamente se mostraba de forma coherente, ahí tiene sabor a forzado.
Por lo demás, una agradable experiencia que combina con acierto sus aspectos más comerciales con otros más atrevidos, de manera que la visita a la sala de cine resulta gratificante, porque esas imágenes bien merecen ser disfrutadas en pantalla grande y con un equipo de sonido que te permita la inmersión audiovisual total. Incluso los que adoran ver películas para quejarse amargamente de tópicos mediáticos de moda podrán verla y rezongar a placer acerca de las nuevas masculinidades y demás hierbas, que cuando se mencionan explícitamente en una charla o una ficción resultan estomagantes pero que hábilmente colocadas pueden alumbrar aspectos menos conocidos de nuestra realidad porque siempre es mejor mostrar que señalar.
Lo mejor: Timothée Chalamet.
Lo peor: El desaprovechamiento del personaje de Rylance.
NOTA: 3/5