Con "The Watcher", Ryan Murphy, que aquí no dirige sino que produce y crea, vuelve a la pequeña pantalla tras su reciente éxito, "Dahmer" estrenada el pasado 21 de septiembre, está es su segunda serie tras su acuerdo con la plataforma. Como viene siendo habitual, en todas sus producciones Murphy vuelve a inspirarse en un caso real. En esta ocasión, nos ofrece una historia perturbadora donde la familia Brannock (parte ficticia) se muda a una nueva casa y comienza, poco después, a recibir cartas firmadas por «el vigilante», alguien que parece estar obsesionado con la casa (parte real). Para aumento de la paranoia por parte de esta familia, están acompañados de unos extraños vecinos a cada cual más sospechoso de ser el que escribe las cartas.
Con un reparto estelar, capitaneado por Bobby Carnavale y Naomi Watts, que dan vida a la pareja protagonista, sin mucho feeling.Mientras, entre los secundarios, podremos ver a Margo Martindale, Jennifer Coolidge y, de vuelta de su semi retiro, a Mia Farrow. Una locura de reparto para una serie loquísima. Con una trama que nos recuerda, a una película de esas de Antena 3, a la hora de la siesta, y al que le recuerde no se equivoca porque esta miniserie, es una de esas películas de sobremesa, que te dan sueño, pero que aún así, engancha desde el principio y que no puedes dejar de ver.
Pese a su potencial, y su reparto la serie no funciona por ningún lado, está totalmente desaprovechada, no solo por su reparto, sino por la forma de narrarlo que pese, a sus nueve capítulos, estos se hacen algo tediosos y incluso aburridos. Ni siquiera es capaz de analizar a su protagonista principal para llegar a un estudio sobre la masculinidad alfa o las obsesiones personales que vienen de la mano de problemas maritales/familiares. A esta serie, le falta personalidad, no se puede sostener en este formato, quizás hubiese sido mejor, una película, ya que se podía haber, concentrado todo en dos horas, y si te he visto no me acuerdo. El formato serie es, por tanto, un lastre para ‘El Vigilante’, ya que no propone nada que justifique su duración. Sacrifica el desarrollo de cualquier tesis en favor de la superficialidad de unas tramas variadas que cuentan con amores adolescentes, matrimonios a pique y vecinos extraños. Demasiada trivialidad. Ni los contantes giros, que se empeñan en sorprender al espectador, ni sus protagonistas, ni su ambientación, aquí nada funciona, pero bueno si algo tiene bueno es que engancha.
Lo peor: La poca química entre Carnavale y Watts.
NOTA:1/5